Farolas y esquinas…
Cuando
cierro los ojos, esa es la primera imagen que veo: farolas de luz ambarina
acariciadas por la neblina y esquinas erosionadas por el tiempo abrigando en
sus silencios una calle cualquiera de un barrio cualquiera de la periferia
barcelonesa. Una calle más de una gran ciudad por la que desfilan sus propios
recuerdos, sus particulares historias y sus inconfesables secretos. Una calle
no igual para algunos sino distinta para los que en ella iniciaron sus juegos, dejaron
volar sus sueños, ocultaron sus miedos en los cajones e, incluso, vivieron y
lloraron sus primeros amores. Esos amores que nunca se olvidan, los que siempre
forman parte del equipaje de la vida. Los amores del beso casto. Los amores del
corazón escrito a tiza en la fachada derrumbada del abandonado taller. Los amores que
te roban un suspiro escuchando una canción. Los amores que te convierten en
poeta llenando las hojas de tu libreta de poemas que poco riman pero que mucho cuentan de tu juvenil corazón. Esos amores que se creen
serán eternos, pero que apenas perduran lo que vive en el tocadiscos la melodía
de esa canción. Amores y desamores que han escrito sus historias en los
renglones de la historia de esa calle cualquiera de un barrio cualquiera de la
periferia barcelonesa.
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Calle Foc-Follet, Buen Pastor, Barcelona. |
Una
calle donde se conocen todos por sus nombres y sus apodos, donde una es la hija
del Segarra, el otro el hijo del
gallego, y la de más allá la hija de la mañica… Donde no se dice, voy a la farmacia, sino, voy a la Conchita… Una calle que, llegado el verano, rezuma vida por todos sus rincones: críos jugando hasta
tarde, parejas de novios regalándose arrumacos en los recodos de las porterías,
madres tomando la fresca asomadas a las ventanas y, ya de paso, intercambiando las
últimas habladurías de las que muy bien les ha informado por la mañana en el
mercado la dependienta de la frutería o el pescatero mientras refrescaba las sardinas. Una calle donde los padres en la
tertulia de los viernes por la tarde con la quiniela de fútbol recién sellada en mano y
unos chatos de vino sobre la barra del bar, hacen sus propios pronósticos de
cómo irá esa jornada futbolera, de quién ganará y quién perderá, a que
entrenador cesarán y a que jugador debería su equipo fichar…
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Amig@s desde hace más de 30 años. |
Una calle
donde dejamos de ser niñas y renunciamos a las muñecas, a los cromos de picar y
a las trenzas. Una calle donde ellos también dejaron atrás a los niños de
pantalón corto, balón bajo el brazo y canicas en los bolsillos. Por esa
razón, no es una calle cualquiera de un barrio cualquiera de la periferia
barcelonesa. Es una calle distinta. Es una calle de farolas con luz ambarina
acariciadas por la neblina y esquinas erosionadas por el tiempo. Es la calle de
mi infancia, la calle de mi familia, la calle de mis amigas, la calle de mi
pandilla, la calle de mis recuerdos. Es la
calle Foc-Follet del barrio Buen Pastor, un barrio periférico barcelonés… Una calle con farolas de luz ambarina
acariciadas por la neblina y esquinas erosionadas por el tiempo.
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¡Qué bien nos lo pasamos cuando nos reunimos de tanto en tanto! |
"Dedicado
con todo cariño a mi pandilla de la calle Foc-Follet"
María Barbancho
*Autora: María Barbancho.
*Todos los derechos reservados.
*Texto protegido por la Ley de Propiedad Intelectual.
Gracias María,
ResponderEliminarque bonito relato, historias de ayer...que jamás pensábamos que serían un mañana. Recuerdos de nuestra adolescencia, época dorada!!!
La primera reunión que mantuvimos después de tantos años, parecía que el tiempo no había pasado y sin embargo para todos y cada uno de nosotros la vida nos ha guiado por caminos y senderos lejanos.
Que bonito reencuentro, seguiremos abonando esos momentos mientras el tiempo, la salud, la farola de luz ambarina y esa neblina nos permitan seguir abrazándonos y seguir disfrutando de esos instantes que forman parte de nuestras vidas.
Gracias María...Gracias, una vez más cumples tu promesa y tu pluma nos transporta a momentos de grandeza.
Un beso enorme.
¡Gracias a ti, Jesús! Por seguirme, por leerlo y sobre todo, por haberme dado la idea de escribirlo. Y como tú dices, mientras el Destino así lo desee, seguiremos organizando esos encuentros donde a pesar de las canas, de los kilos (para algunos, jajaja..) y de las arrugas, da la sensación de que el tiempo regresa y se detiene en nuestra juventud. Un abrazo.
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