martes, 26 de marzo de 2013

DECEPCIONES DE UNA AMIGA


DECEPCIONES DE UNA AMIGA

Pese a los años y a los palos de la vida, cuando nuestro corazón no alberga maldad, es difícil cambiar y, lamentablemente, sigues llevándote decepciones con las personas. Y no necesariamente te han de unir lazos afectivos; éstos pueden ser lazos de amistad o laborales, o familiares. Tú, te levantas por la mañana con una sonrisa en los labios, dispuesta a que sea un día maravilloso y dando gracias por ser tan afortunada. Y mientras te duchas y desayunas, en tu cabeza discurren las imágenes de esas sonrisas que supones recibirás cuando tú sonrías, de ese abrazo caluroso imaginario en el que esperas ser acogida a tu llegada cuando aparezcas con tus brazos abiertos para dar el tuyo; de ese afecto en las palabras con el tú siempre hablas... Y de tantas, tantas cosas... Sí, es cierto... Siempre esperamos más de lo que recibimos. Tal vez, porque tú das más de lo que te dan a ti. Quizás, porque tú, confías demasiado en los demás, creyendo que todos son como tú. Y no es que sean peores o mejores... Simplemente, no son como tú. Son diferentes, nada más. Y lo has de aceptar y vivir con ello, porque de lo contrario, ese despego a ti misma acabará haciéndote daño, lastimando la pureza de tu ser, eclipsando la luz que desprendes y que ha sido la que con su brillo real, puro, un brillo de verdad y no artificioso, les deslumbró... Y no puedes ni debes permitir que lo apaguen. Todo lo contrario... Cada decepción, cada desilusión, cada abrazo rechazado, cada sonrisa borrada, has de premiarla con más ilusión, con más abrazos, con más sonrisas, porque esa es tu fuerza: tu autenticidad. Y en este mundo cada día más hipócrita, la autenticidad se paga cara... Pero no olvides, que esa autenticidad con la que caminas por la vida, atraerá a los que merezcan estar en ella, y a los que no quieran hacerlo, simplemente, déjales marchar... Alguien muy sabio dijo una vez: EL DESTINO SABE... Así que, si no quieren estar, simple y llanamente, es que no merecen estar... Continúa siendo quién eres y cómo eres, no cambies nunca, pues lo que te diferencia de aquellos de los que tanto esperas, es que no les necesitas para ser feliz... 

Afectuosamente
Tu yo amiga.

domingo, 24 de marzo de 2013

Las Casas Baratas de Buen Pastor


LA CASA DEL ABUELO

Hoy he regresado a la casa del abuelo.

He regresado hoy como llevo haciendo todos

estos años en invierno y también en verano.

 

Hoy, otra vez he regresado.

Sólo que hoy, a diferencia de todos

estos años en invierno y en verano,

la casa del abuelo, esa casa a la que hoy

he regresado, esa casa hoy no la he encontrado.

 

El abuelo ya no está, y tampoco están su mecedora, 

ni su bastón, ni sus gafas, ni su boina.

 

Se marchó mucho antes que la casa, tal vez, presintiendo 

que también el tiempo para ella se acababa.

 

Y quiso irse antes para evitar que su corazón

por la pena se marchitara. 

 

Aquella casa era mucho más que cuatro

paredes algo desconchadas y teñidas de humedad.

Estaba impregnada de sus recuerdos y sus secretos,

empapelada de vida, de risas, de alegría…

Barnizada de momentos y de instantes que jamás olvidará.

 

Esa casa era su vida…

Esa casa era su hogar…

 

Y hoy he regresado a la casa del abuelo

como hago todos los años

en invierno y también en verano,

aun sabiendo que el abuelo ya no está.

 

Y tampoco está la casa ni la diminuta acera,

ni la estrecha y mal asfaltada carretera.

 

Han desaparecido bajo el peso de los años y

de los nuevos edificios de diseño que

se alzan imponentes sobre el asfalto.

 

Han borrado el paisaje de mi infancia,

las imágenes de esa niñez que

recuerdo con añoranza.

 

Hoy he regresado a la casa del abuelo.

Hoy he regresado a mi barriada.

Hoy he regresado, aunque ellas ya

han desaparecido, a las Casas Baratas.

 

Y seguiré regresando cada año,

en invierno y también en verano,

a la casa del abuelo, a la diminuta acera

y a la estrecha y mal asfaltada carretera.

 

Regresaré para recordar al abuelo,

su mecedora, su bastón, su boina y sus gafas.

 

Regresaré todos los años,

en invierno y también en verano,

para recordar las Casas Baratas.


Autora: María Barbancho.

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