ESTE MUERTO ESTÁ MUY VIVO
LOS FASTIS Y LOS NEFASTIS DE
PEDRO SÁNCHEZ
No es la primera vez que utilizó el título de una película para titular mis
artículos de opinión y, es que, a pesar de que este gobierno está poniendo en
marcha toda la maquinaria a su disposición para prohibir y castigar la libertad
de opinión, siempre y cuando, esa opinión sea contraria a sus partidistas
intereses, de momento, seguimos teniendo la libertad de opinar lo que nos
plazca donde incluso cabe estar equivocado, y la capacidad de rectificación si
se da tal circunstancia de equívoco.
En esta ocasión, he buscado una película de la década de los 80 del siglo
pasado, concretamente del año 1989 dirigida por Tedd Kotcheff y protagonizada
entre otros por Andrew McCarthy, Jonathan Silverman, Terry Kiser y Catherine
Mary Stewart, y cuyo título, Este muerto está muy vivo, va como
anillo al dedo para lo que aquí voy a escribir. Una película, para algunos, icónica,
para otros, como yo, una película más, típica de aquella época, pero que
entretiene si lo que buscas es pasar un buen rato alejado del ruido
exterior.
Ayer se inició lo que serán los 100
actos programados por el gobierno de Pedro
Sánchez en este recién estrenado 2025 para conmemorar la muerte de Franco y el inicio de la democracia. Y, en este punto, me gustaría recordar que Franco
murió un 20 de noviembre, por lo tanto, quedan aún diez meses y once días para que se
cumplan esos 50 años del fallecimiento del dictador que, además, murió en su
cama, por tanto, no fue una muerte que pueda calificarse como épica, legendaria y, ni siquiera, memorable.
Así que, la relevancia que se le está dando no tiene más sentido que el rédito y cálculo electoral del señor
Sánchez.
La democracia, tal y como la
conocemos, las libertades de las que
disfrutamos pese a que cada vez con más ahínco nos imponen medidas que coartan
precisamente esas libertades, no llegaron hasta el año 1978 con la Constitución, aprobada por las Cortes Generales en sesiones plenarias
del Congreso de los Diputados y del Senado, celebrabas el 31 de octubre de 1978, ratificada por
el pueblo español en referéndum el 6 de
diciembre de 1978 y sancionada por S.M. el Rey Juan Carlos I, ante las Cortes el 27 de diciembre de ese mismo año,
y así aparece en el Boletín Oficial del
Estado, BOE, nùm. 311, el 29 de diciembre de 1978, siendo vigente desde ese
día. Y aún se necesitaron muchos años, para que, de manera real y palpable, los
españoles pudiéramos disfrutar de esa democracia y esas libertades.
Por ello, el ruido de sables por parte de los nostálgicos del régimen franquista no cesó durante todo ese tiempo. No podemos
olvidar que, la muerte del dictador,
había dejado al país en un estado de agitación y expectativas de
cambio. El clima social estaba marcado por el deseo de la mayoría de la
población del restablecimiento
democrático y la pretensión de los que añoraban mantener el viejo régimen, y las demandas de libertad y justicia eran
cada vez más intensas. Las calles hervían, los movimientos obreros y
estudiantiles alzaban su voz por la recuperación de la democracia y, como
contrapunto, las medidas represivas del viejo régimen por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado
no se habían atenuado tras la desaparición de Franco y ambos fenómenos se
traducían en una frenética actividad en los despachos laboralistas. Como consecuencia, España se encontraba en
un momento muy delicado, nada menos, que en plena transición de la dictadura franquista hacia la democracia.
Y si el año siguiente
de la muerte del dictador, 1976 fue un año convulso, el inicio de 1977 estuvo
marcado por una serie de eventos que sacudieron a la sociedad y que se conoce
como la Semana Negra de Madrid.
Una nefasta semana que comenzó el 23
de enero de 1977 con el asesinato de Arturo Ruiz, un joven de veinte años que
asistió a una manifestación no
autorizada por la amnistía. La
policía dispersó a los manifestantes con botes de humo y cargas de los
antidisturbios. Ruiz y su grupo se encontraron con un grupo de extrema derecha, y uno de ellos
disparó.
Un día después, el 24
de enero, las asambleas estudiantiles
de la Universidad Complutense y de
la Universidad Autónoma convocaron
paros y concentraciones en la Plaza del
Callao, cerca del lugar del asesinato. En la Gran Vía, María Luz Nájera, de veintiún años, fue alcanzada en la
cabeza por un bote de humo disparado por la policía, lo que la dejó en coma y la llevó a la muerte pocas horas
después. Su asesino nunca fue identificado. También hubo numerosos heridos en
estos incidentes.
Y en este contexto de agitación y cambio, la
noche de ese mismo 24 de enero de 1977, tres
pistoleros irrumpieron en el bufete de abogados
laboralistas de la calle Atocha 55, en el mismo centro de Madrid. Este despacho, conocido por su compromiso con los derechos laborales y su lucha contra la dictadura, se convirtió en
el escenario de uno de los eventos más
oscuros de la transición española. Tres terroristas vinculados a grupos de extrema derecha, como Fuerza Nueva y el Sindicato Vertical, entraron al despacho y abrieron fuego contra
los presentes. El ataque resultó en la muerte
de tres abogados, un administrativo y un estudiante: Enrique Valdelvira
Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez Leal y Francisco
Javier Sauquillo. Cuatro personas
resultaron gravemente heridas, entre ellas, la abogada Lola González Ruíz, esposa
de Francisco Javier Sauquillo, uno de los abogados asesinados. A Lola González,
fallecida en 2015, le quedaron secuelas de por vida. Ese trágico y cobarde acto terrorista se recordará siempre como la Matanza
de Atocha.
Son sólo unos ejemplos de los muchos sucesos que tuvieron lugar en aquel contexto de agitación y cambio que se
dieron a lo alto, largo y ancho de todo el país durante aquellos años
posteriores a la muerte de Franco, y
los previos a la aprobación de la Constitución
del 78. Porque, con la democracia recién estrenada y en pañales aún, otro
suceso muy oscuro y del que a día de hoy sigue generando debate precisamente
porque para muchos españoles, el cómo, el por qué y quiénes participaron
realmente sigue sin resolverse ni aclararse, puso en jaque a aquella naciente
democracia, me estoy refiriendo, al intento
de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, y que, afortunadamente para
los españoles, fracasó estrepitosamente.
Así que, señor Sánchez, sus actos
conmemorativos, insisto, no tienen más sentido que buscar su rédito y
cálculo electoral, teniendo en cuenta que, los casos judiciales por corrupción de su hermano, esposa, miembros de su
gobierno, y que, apuntan cada vez más a su propia persona, lo tienen acorralado,
sin olvidar que se ha quedado sin presupuestos
pese al intento de chantaje al resto
de fuerzas políticas de que sin
presupuestos no podrán aprobarse las ayudas
a los miles de afectados por la desgracia de la DANA en Valencia el pasado mes
de octubre, no se puede ser más miserable; a la falta de apoyo de sus socios independentistas, filoetarras y
comunistas pese a sus continuas cesiones que usted llama cambios de opinión, a las nefastas
leyes de inmigración, una inmigración irregular, ilegal y descontrolada que
amenaza la estabilidad y seguridad de los españoles, a sus opacas y sospechosas relaciones con
Marruecos, a su persecución a
jueces, periodistas, opinadores y medios críticos con su gestión como
Presidente del Gobierno, a una situación
económica que sitúa a España entre los tres países con más índice de pobreza de
la Unión Europea por mucho que usted proclame lo contrario, y así, un largo
eccetera, que ponen de manifiesto su
incapacidad para seguir en la Moncloa pese a su insaciable ansia de poder
que le ha llevado a poner en práctica aquello del todo vale sí con ello
sigo gobernando.
Unos actos a los que usted y los suyos han bautizado como España
en libertad que, por supuesto, nos va a costar un dineral a todos los españoles, y el ejemplo más claro, son los cuatro organismos que ha creado para
tutelar los 100 actos previstos: puesto de comisionado, una oficina del comisionado, una comisión interministerial y un comité científico cuya composición
anunciará en el momento que se constituya, y a los que ha destinado del erario público, nada menos, que unos sueldos de hasta 55.000 euros. Unos
actos, con los que pretende polarizar
más si cabe a la población española,
convirtiendo en buenos a los que le
aplauden y votan, y en malos a todo
el resto, dividir en dos bandos de
nuevo el país, haciendo justo lo
contrario de lo que buscaba aquella transición
y aquella Constitución: la reconciliación de un país divido por
culpa de una Segunda República nefasta, una guerra civil trágica y terrible, y una dictadura militar que se prolongó durante casi 40 años.
En unos meses cumpliré 60 años. Así que, la última década de la dictadura y los primeros años de la transición y la democracia, los viví como niña y adolescente, completamente alejada
de lo que significaba la política y
de cómo ésta repercutía en los ciudadanos. Y, como muchos de mi generación, soy
nieta de aquellas dos Españas. La
mejor lección que me dejaron como legado mis abuelos, fue la de no confiar en los políticos, individuos egoístas, ineptos y mediocres en su gran mayoría, cuyos únicos intereses eran y son,
los particulares y los partidistas. Los problemas de los ciudadanos,
del país, nunca son sus prioridades
puesto que les importan un bledo. El poder
y el enriquecimiento económico que
tanto favorecen a sus patrimonios
personales y sus ambiciones
políticas, son el fin único que buscan satisfacer. Y, a usted, Pedro Sánchez, le importan, como se
dice en Argentina, un carajo,
la democracia, los ciudadanos españoles y el bienestar de España. Sólo le importa
desviar la atención de toda la corruptela
de su partido, su gobierno y su familia, y de su ineptitud como
gobernante. Y, como siempre que los escándalos le acechan cuales asaltadores
de caminos en plena noche, como un experto
truhan que es, por tanto, haciendo trampas,
se saca de la manga el comodín de Franco,
resucitándolo, poniéndolo en el foco de atención, justificando lo que
haga falta justificar, para reavivar el
cadáver del dictador convirtiéndolo en el coprotagonista de este teatrillo
esperpéntico divido en 100 actos, pues, incluso, siendo como es un vodevil, un sainete grotesco y de mal gusto, usted debe seguir siendo el único protagonista, el actor principal, no sea que su ego desmesurado se sienta ofendido y dolido en su exultante soberbia.
En cuanto al resto de partidos
políticos, ¿qué podemos esperar? Pues, más de lo mismo. Unos socios de gobierno que le aplauden, un PP que divaga y se pierde sin
encontrarse en sus críticas y declaraciones, y un VOX que, como dice el refrán: a río revuelto ganancia de pescadores,
se aprovechan de la situación para seguir blanqueando
la dictadura militar de Francisco Franco.
En la Antigua Roma, su
calendario se dividía en dies fastis y dies nefastis, es decir,
unos días, los fastis, que eran propicios
para las decisiones importantes,
especialmente, las decisiones políticas
y de guerra, los eventos públicos, e incluso, casarse, mientras que los nefastis,
eran considerados inadecuados para tales actividades, y se consagraban a celebraciones religiosas dedicadas a divinidades superiores e infernales. Y, sin duda, después del annus
horribilis que ha sido el recién acabado 2024 para Pedro Sánchez, y a sabiendas que este recién nacido 2025 será igual
o peor para él, que mejor forma para reconvertir esos 365 dies nefastis que le
esperan en dies fastis, montando este circo
romano sobre Franco, poniendo en
práctica esa costumbre tan romana de pan y circo para la plebe,
y ver si así, se calman las aguas, aunque la naumaquia que se le
avecina es de tal envergadura y magnitud, que es más que posible, que
lo ahogue definitivamente en alguno de los varios y variados combates navales que muchos de los
suyos, y posiblemente, él también, deberán librar en los juzgados.
Para finalizar este artículo y sin dejar la Antigua Roma, voy a compartir unas citas del filósofo romano Marco Tulio Cicerón, que el iletrado Pedro Sánchez debería leer y que son una muy buena fotografía, desde mi punto de vista, no
sólo de su personalidad, también de su
gestión como gobernante.
“El que seduce a un juez con el prestigio de su elocuencia, me parece más
culpable que el que lo corrompe con dinero”.
“De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error”.
“Nada corre tanto como la calumnia, nada se lanza con más facilidad, se
acoge con más presteza y se difunde tan ampliamente”.
“La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral”.
Y a mis conciudadanos, les dejo otra frase que creo, deberíamos aplicarnos
todos:
“El buen ciudadano, es aquel que no puede tolerar en su patria, un poder
que pretenda hacerse superior a las leyes”.
Habere felix annus. Qué tengan un buen año.
María Barbancho.