10 ESTRATEGIAS DE
MANIPULACIÓN
EN LAS PEORES MANOS EN EL PEOR
MOMENTO
No cabe duda de que nuestro querido país está atravesando una de las peores
épocas de los últimos 50 años, nada deseada por la inmensa mayoría de los
ciudadanos, pero, empecinadamente buscada y orquestada, por la peor y
más mediocre clase política que ha parido esta nación llamada España.
Estamos en manos de unos señores y unas señoras con una indigencia
mental de tal calibre que asusta y, a quiénes les importan tres
pimientos los verdaderos problemas que cada día más asfixian a este país y, por
ende, a sus ciudadanos, y a los que lo único que realmente les interesa, es
mantener la poltrona donde reposan sus indecentes posaderas con
todos los privilegios que el cargo les otorga más allá de sueldos
indecorosos puesto que no los merecen dada su negligencia,
incompetencia e ineptitud en la labor que desempeñan, viviendas con
todos los gastos cubiertos por el erario público, es decir, nuestro
dinero convertido en impuestos, así como transporte, dietas y prebendas varias
que todo cuánto hacen es derivar en el enriquecimiento particular de cada cuál
y, a su vez, en asegurarse un puesto de alto copete en el sector privado como
los Consejos de Administración de empresas que cotizan en
el IBEX 35 cuando abandonen la política.
Y, para continuar manteniendo, no sólo su privilegiada posición en la pirámide
social, también, el escenario perfecto que han diseñado para
proseguir prostituyéndose en pro de otra supremacía económica, política
y social, que es la que realmente decide por ellos, no en vano, son meros
sirvientes de los verdaderos amos del mundo, que
mejor estrategia, que la manipulación, una herramienta
tan vieja como el mundo que adormece, aborrega y anestesia a
los ciudadanos sin importar procedencia, lugar de nacimiento,
preparación académica, sexo, confesión religiosa, color de piel, ideología
política, e incluso, edad.
Y, en esta colectividad de individuos sin escrúpulos, vergüenza ni
alma en esta España nuestra, están incluidos absolutamente todos
los partidos políticos, gobiernen o estén en la oposición a nivel nacional,
autonómico o municipal, aunque, también es cierto, y hay que ser honesto en
este punto, dentro de esos partidos políticos, afortunadamente, existen personas
honradas, transparentes, con verdadera vocación de servicio al ciudadano.
Pero, siguiendo en esa honestidad y, recordando una frase que hizo suya sin
serlo, pues era de Fernando de la Rosa, el que fue vicepresidente
del gobierno de Felipe González, me estoy refiriendo a Alfonso
Guerra; "El que se mueve no sale en la foto", una
frase que prosigue con: "Fuera hace mucho frío", dando
a entender el mensaje de, por lo que más vale ser sumiso y dócil con el
partido, y que se puede aplicar a todas las formaciones
políticas de este país, aquellos que realmente llegan a la política
con la bucólica, idílica y utópica idea de intentar cambiar
las cosas para mejor desoyendo las directrices pautadas por el órgano superior
y de mando del partido, no sólo no salen en la foto, se les acaba apartando de
un modo u otro, pues se convierten en miembros incómodos, ese grano
en el culo que se debe extirpar sí o sí...
Son avezados alumnos de quién ha sido considerado el padre de
la propaganda populista política. Un ser de infausto recuerdo
llamado Joseph Goebbels, el Ministro para la Ilustración
Pública y la Propaganda durante el Tercer Reich, que sentó
los principios de la manipulación de las masas a través de la
propaganda llevando al sumun esa herramienta
social tan antigua como el hombre y, convirtiendo así, una ideología
criminal, supremacista, racista y genocida en una Razón de
Estado para la supervivencia, el leitmotiv de
toda una nación para no desaparecer, y que, sin duda, fue la mejor arma
de destrucción masiva de otro personaje infame, el mayor genocida
junto a Iósif Stalin de mediados del pasado s. XX: Adolf
Hitler. Eso sí, adaptando esas herramientas manipuladoras a
los tiempos actuales, pero, sin perder la esencia que las hacen tan efectivas.
Son diez reglas. Diez postulados escrupulosa y
meticulosamente elaborados para hacer creer al ciudadano que, en
verdad, son iniciativas populares, deseos y anhelos del colectivo,
que ellos recogen para convertirlos en realidad.
La primera estrategia, es la estrategia de la distracción, conocida y, muy bien, por los romanos hace más de veintiún siglos: dale al pueblo pan y circo, entretenles con cositas banales, escándalos de medio pelo, trifulcas entre clanes familiares famosos, programas de televisión de formatos sin más propósito que aquellos que los protagonizan se conviertan en nuevos famosos, en carnaza televisiva con la que entretener a la gente y, de ese modo, no se centren en lo verdaderamente importante. Lo más triste, es que abrazamos con encendido entusiasmo esa permanente y constante sesión de hipnosis que retroalimente nuestra neblina mental hasta convertirnos en seres autómatas, en zombis del SISTEMA.
Segunda estrategia: crear un problema sin importar que
puede ser de la índole de la salud, de delincuencia, economía, racial, inmigración, empleo,
o de cualquier otra índole, y luego dales la solución, es decir,
crear mucho ruido, y así, después, ofrecer una segunda solución que,
evidentemente, siempre irá en la dirección de satisfacer los intereses particulares
y partidistas del establishment y nunca del ciudadano.
Tercera estrategia: la gradualidad, o lo que es
lo mismo, la táctica de lo progresivo, lo escalonado, el poco
a poco. Porque, claro, si se impone un cambio poco
popular, se encontrarán con el rechazo general de la sociedad,
con la oposición masiva del colectivo ciudadano al
que no le gustará ese cambio impopular. Sin embargo, si ese cambio o cambios los inoculo
de manera paulatina, un poquito cada día, la respuesta del
populacho será bien distinta, hasta el punto, de que acabarán no sólo aceptándolo,
también, tomándolo como algo necesario para la
convivencia y el bienestar general de todos.
Una estrategia estudiada al milímetro ya que va en consonancia con
el comportamiento humano y que encontramos en la metáfora de la
rana y el agua hirviendo: si ponemos agua caliente en un recipiente y
metemos a una rana, evidentemente, la rana saltará. Sin embargo, si el agua
está fría y va calentándose poco a poco, la rana se irá aclimatando a la
temperatura, no saltará y, como consecuencia de ello, acabará muriendo.
Cuarta estrategia: la de diferir o lo que
es lo mismo, pronosticar a largo plazo. Cuando se
anuncia que se va a llevar a cabo un cambio doloroso pero necesario en
el futuro, no deja de ser una planificación de la masa
social donde se les prepara para que llegado el momento lo asuma,
pues, y así está demostrado empírica y socialmente, la gente por
costumbre tiende a pensar que el futuro siempre será mejor, por lo
tanto, y con ese componente, es mucho más fácil que la masa social acepte sin
cuestionárselo y, tampoco negando o repudiando ese cambio por
muy doloroso que sea. Y, aquí voy a tirar de otra metáfora, en este
caso, la metáfora de la dieta: empiezo mañana porque mañana estaré
mejor y con más fuerzas para empezarla, aunque ese mañana, cada día, se
convierta en un mañana que nunca llega.
Quinta estrategia: la de los mensajes sencillos,
simples, elementales... Esa estrategia, llevada a la práctica,
es lo que cada día vemos y escuchamos de nuestros políticos: hablar a
la población como si tuvieran 10 o 12 años y no como adultos con pensamiento
crítico. Una táctica que manejan con repugnante maestría todos
los políticos no sólo de nuestro país, también a nivel mundial, especialmente,
en las campañas electorales donde son capaces de prometer
bajarnos la Luna para hacernos inmensamente felices.
La sexta estrategia está intrínsecamente ligada a la quinta
estrategia: la emoción por encima de la razón. Y conocemos
muchos eslóganes creados para invadir como un virus altamente
contagioso el hemisferio derecho del cerebro, el sistema Límbico,
allí donde están nuestras emociones, con el único propósito de
anular noqueándolo con un efectivo directo o jab, como
se llama el golpe frontal en la jerga pugilística, para
que no ponga en marcha el manejo de la información, el pensamiento
proporcional y el procesamiento de esa información.
Resumiendo: inutilizar la razón del individuo al tiempo que
se potencian sus emociones. Sin duda, un individuo mucho
más manejable y más fácil de manipular. Los encargados de diseñar las
campañas electorales son auténticos maestros en cuanto a eslóganes se
refiere. Pero, yo voy a recordar uno, de una simpleza aplastante, pero de una efectividad tal,
que consiguió perpetuar hasta el día de hoy en el poder incluso
después de su muerte a un personaje y una ideología
socialista populista dictatorial que ha condenado a todo un país
hermano, Venezuela, a la ruina económica, intelectual,
social y humana comparable sólo con la de otro país vecino y también
hermano: Cuba. Fue el eslogan del que se
sirvió Hugo Chávez en la campaña electoral del
año 2006: "Aún hay mucho por hacer, necesito más tiempo, necesito tu
voto, tu voto por amor", en un discurso dirigido directamente a las
emociones y enfocado como el de un padre amoroso, comprensivo
y tranquilizador, y que tan buenos resultados le otorgó.
La séptima estrategia,
sin duda, de las diez estrategias, una de las más interesantes: la educación
deficiente. Una táctica muy astuta, la de
mantener al pueblo, a la sociedad en la mediocridad
absoluta, a la altura de la propia mediocridad de esos políticos
deficientemente preparados intelectualmente, cuya mayoría han sido estudiantes
que no destacaron por su brillantez ni por sus notas, hasta el punto que, ya en
la política, han comprado o creado de la nada falsos títulos, másteres o
cátedras. Si se crea un sistema educativo insustancial preñado de
ideología y donde no se fomente el pensamiento crítico, el resultado
será una sociedad mucho más sumisa y, por ende, más
fácil de manipular, pues, si se controla la educación de
los ciudadanos y futuros votantes, se tiene todo el poder sobre
ella y sobre ellos.
La octava estrategia le
ocurre con la séptima lo mismo que la sexta con la quinta:
ambas van de la mano: normalizar la incultura y la vulgaridad.
Convertir en normal, en que esté bien vistos a personajes
o personajillos de escasa o nula cultura pero que calen en la gente,
personajes famosos y simpáticos, por
supuesto, muchos de ellos de segunda o tercera fila encumbrados, eso sí, por
obra y arte del establishment de turno al pódium de los
más guays, los más cool, los
más fashion, y que, por supuesto, representen estos axiomas de
esos movimientos e ideologías woke que tanto desprecian
los principios y valores que nos han permitido crecer y
mejorar como civilización, la filosofía que nos
posibilitó desarrollar el pensamiento sobre la vida y la
muerte, el ser humano, el mundo..., y de la propia Historia con
sus luces y sus sombras de la que también aprendimos a ser mejores como individuos y
como sociedad.
La novena estrategia es
la de la autoculpabilidad. O lo que es lo mismo, inocularnos el
convencimiento sin censuras de que cada individuo como parte
de la sociedad, es culpable por sus propias decisiones de
lo que le ocurre, sean cuáles sean esas decisiones y, por lo tanto, no puedo
culpar al SISTEMA de mis problemas y, por
ello, no me rebelo contra él, y ya se encargan los poderes
fácticos de que se activen todas las estrategias para
que esa sensación sea lo más real posible.
Y la décima estrategia,
sin ninguna duda, es la más escalofriante: cómo y cuánto
como individuo me conoce el SISTEMA. Sí, nos conoce mejor que nosotros
mismos. El móvil, las redes sociales, las compras por Internet...
son las herramientas más eficaces del SISTEMA para
conocernos en todos los ámbitos de nuestra vida social
y privada, y no somos realmente conscientes de lo expuestos que
estamos, además, por motu propio, a ese SISTEMA que
de nosotros todo lo sabe y todo cuánto busca es controlarnos hasta
cuando soñamos. Y con la llegada de la IA, Inteligencia
Artificial, ese control sobre nosotros y nuestras vidas no va a
conocer límites, sin olvidar, que el mundo de la publicidad,
lleva décadas nutriéndose de la neurociencia para llegar a
lo más profundo de nuestro cerebro, e incluso, de nuestra
alma.
Y, llegados a este punto, la pregunta
del millón es: ¿Qué podemos hacer cómo individuos y cómo
sociedad?
Lamentablemente, no tengo las
respuestas. Pero, tal vez, si cada uno de nosotros ponemos de nuestra parte
y dejamos de formar parte del rebaño sin cuestionar nada recuperando
el pensamiento crítico, el valor del esfuerzo, el valor
del estudio, del diálogo, del inteligente entendimiento entre
nosotros sin seguir ni acatar los dogmas que nos envían políticos y
sus voceros oficiales que no son otros que los medios
de comunicación generosamente subvencionados con dinero
público para ceñirse al relato oficial y gran parte
del sector periodístico que tanto daño están causando a
la loable profesión del periodismo con su servilismo
obsceno, cada vez son menos los periodistas que se rebelan,
contra esa tiranía que quiere acallar la libertad de
información y expresión, sólo, tal vez, podamos continuar siendo un
poco más libres. No debemos olvidar que el tesoro más
preciado del ser humano es su libertad. Si la regalamos,
la entregamos o la prostituimos a cambio
de prebendas y privilegios varios, los únicos que ganarán
serán ellos, los que nos quieren sumisos, ignorantes y prisioneros de
ese nuevo Orden Mundial para el que simplemente somos peones en
su particular tablero de ajedrez, factibles de eliminar en el
momento que dejemos de ser útiles y nos convirtamos en
un estorbo.
María Barbancho
Barcelona, 14 abril 2024
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