sábado, 27 de abril de 2013

CARICIAS Y PALABRAS... EL RINCÓN LITERARIO DE MARISA GARRIDO:



CARICIAS Y PALABRAS…
                         
…EL RINCÓN LITERARIO
              DE MARISA GARRIDO 






EN CÍRCULO

Colores brillantes. Azules, amarillos, rosas, verdes, naranjas, rojos…
Desperté con ellos, cogí mi ropa y me marché. Te arropé despacio antes de hacerlo. Eras guapo. Un príncipe azul, un caramelo de fresa, un soltero de oro. Tan brillante como en mis sueños. Siempre me había preguntado el por qué de nuestros encuentros. Nadie podía rechazarte. Todas querrían tenerte. Y sin embargo acudías a mí cada semana. Eras delicado, acariciabas mi piel, la besabas y luego me poseías con el poder que el billete en la mesilla te concedía. Las primeras semanas no hablábamos. Consumíamos, me abrazabas y desaparecías antes de que despertase. Días más tarde, tu llamada, una nueva hora en un nuevo día. Descubrí mi sonrisa semanas después. Me preparaba para un cliente, disfraz de enfermera, labios rojos y estetoscopio dispuesto. Sus latidos no estaban en el corazón. Curé mis arañazos, cubrí los moretones y sonreí deseando nuestra cita.  
Las palabras empezaron a nacer, al principio se combinaban con sexo, pero con las semanas nuestros encuentros se convirtieron en una consulta psicológica. Tú lo tenías todo, pero la soledad era tu única amiga. No creías en las mujeres, todas eran preciosas, elegantes, interesadas, vacías y vulgares. Me confesaste que habías empezado a beber, que el alcohol te hacía sonreír y en una de esas noches de tumbos encontraste mi teléfono en un periódico.
 —Me gustas —dijiste al verme.
Te acaricié el pantalón y la cama nos unió.
—Tienes que dejar esto, tú no eres vulgar como las demás.


Nunca me consideré así. A veces no elegimos nuestra vida. Ella nos elige, nos bambolea, nos manipula y terminamos en un camino lleno de fango. 
Si continúas en él nos cubriremos más. Nos cubrirá las piernas, las caderas, el torso, corazón y cabeza. Creí ser fuerte para salvar ese barro, limpiar el camino y elegir mi vida. No fue así.  
Jamás entenderías mi dolor, mi repugnancia, mis lloros, enredándose con el agua de mi baño, pretendiendo borrar los manoseos, besos robados  y empujones en mis entrañas. Siempre escuchaba que existían más opciones. Que nos gustaba ese trabajo. Que no teníamos sentimientos. Que no teníamos corazón. Que era dinero rápido. Que era dinero fácil.  
Fácil sería, si al llegar a mi casa, no viese a mi niño abalanzándose  a mis brazos, a mi esposo besando mi mejilla llevando la cena a la mesa.
—Mañana veo un trabajo, me irá bien, ya lo verás… —me dijo.
Otro beso de buenas noches para él  y suerte en el trabajo.
Otro despertar de colores brillantes. Azules, amarillos, rosas, verdes, naranjas, rojos… Y tú en él. 
No elegimos nuestra vida… 
La vida nos elige a nosotros. 



*Autora: Marisa Garrido. Todos los derechos reservados
*Ilustraciones: Silvia Art’disoni. 
*Las imágenes han sido cedidas única y exclusivamente para ilustrar esta Entrada, están    
 protegidas por Ley de Propiedad Intelectual, quedando prohibida cualquier copia o 
 reproducción. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario