CARICIAS Y PALABRAS…
…EL RINCÓN LITERARIO
DE MARISA GARRIDO
EN CÍRCULO
Colores brillantes. Azules, amarillos, rosas,
verdes, naranjas, rojos…
Desperté con ellos, cogí mi ropa y me
marché. Te arropé despacio antes de hacerlo. Eras guapo. Un príncipe azul, un caramelo
de fresa, un soltero de oro. Tan brillante como en mis sueños. Siempre me había
preguntado el por qué de nuestros encuentros. Nadie podía rechazarte. Todas
querrían tenerte. Y sin embargo acudías a mí cada semana. Eras delicado, acariciabas
mi piel, la besabas y luego me poseías con el poder que el billete en la
mesilla te concedía. Las primeras semanas no hablábamos. Consumíamos, me
abrazabas y desaparecías antes de que despertase. Días más tarde, tu llamada,
una nueva hora en un nuevo día. Descubrí mi sonrisa semanas después. Me
preparaba para un cliente, disfraz de enfermera, labios rojos y estetoscopio
dispuesto. Sus latidos no estaban en el corazón. Curé mis arañazos, cubrí los
moretones y sonreí deseando nuestra cita.
Las palabras empezaron a nacer, al
principio se combinaban con sexo, pero con las semanas nuestros encuentros se
convirtieron en una consulta psicológica. Tú lo tenías todo, pero la soledad
era tu única amiga. No creías en las mujeres, todas eran preciosas, elegantes,
interesadas, vacías y vulgares. Me confesaste que habías empezado a beber, que
el alcohol te hacía sonreír y en una de esas noches de tumbos encontraste mi
teléfono en un periódico.
—Me
gustas —dijiste al verme.
Te acaricié el pantalón y la cama nos
unió.
—Tienes que dejar esto, tú no eres
vulgar como las demás.
Nunca me consideré así. A veces no
elegimos nuestra vida. Ella nos elige, nos bambolea, nos manipula y terminamos
en un camino lleno de fango.
Si continúas en él nos cubriremos más. Nos cubrirá
las piernas, las caderas, el torso, corazón y cabeza. Creí ser fuerte para
salvar ese barro, limpiar el camino y elegir mi vida. No fue así.
Jamás entenderías mi dolor, mi
repugnancia, mis lloros, enredándose con el agua de mi baño, pretendiendo
borrar los manoseos, besos robados y empujones
en mis entrañas. Siempre escuchaba que existían más opciones. Que nos gustaba
ese trabajo. Que no teníamos sentimientos. Que no teníamos corazón. Que era
dinero rápido. Que era dinero fácil.
Fácil sería, si al llegar a mi casa, no
viese a mi niño abalanzándose a mis brazos,
a mi esposo besando mi mejilla llevando la cena a la mesa.
—Mañana veo un trabajo, me irá bien, ya
lo verás… —me dijo.
Otro beso de buenas noches para él y suerte en el trabajo.
Otro despertar de colores brillantes.
Azules, amarillos, rosas, verdes, naranjas, rojos… Y tú en él.
No elegimos nuestra vida…
La vida nos elige a nosotros.
*Autora:
Marisa Garrido. Todos los derechos reservados
*Ilustraciones:
Silvia Art’disoni.
*Las imágenes han sido cedidas única y
exclusivamente para ilustrar esta Entrada, están
protegidas por Ley de
Propiedad Intelectual, quedando prohibida cualquier copia o
reproducción.
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