sábado, 20 de abril de 2013

CARICIAS Y PALABRAS... EL RINCÓN LITERARIO DE MARISA GARRIDO: ¿MAÑANA...?


CARICIAS Y PALABRAS…
                         
…EL RINCÓN LITERARIO
              DE MARISA GARRIDO                




¿Y MAÑANA…?

Hoy olía a canela. Me fascinaba ese aroma. Siempre me había preguntado como sabría. Curioso que ningún postre o plato en los que estaba presente me agradase y que mi inquietud tuviese un camino tan corto. Me situé donde siempre, al final de la barra rozando el cartel de “reservado camareros” El rincón donde le gustaba reposar y esconderse un minuto de los clientes y donde yo observaba entre los sorbos de mi cubata, sus ardientes curvas y angelical rostro. Antes de que comenzase su actividad siempre se me antojaba pedirle más bebida. Acumulaba el alcohol aguado, que recogía cuando acudía a nuestro rincón. Era mi momento. Nuestro momento. Me miraba cómplice y me servía otra copa. Apenas me hablaba. Jamás me pronunció su nombre. Escuché que se llamaba Selena. Nombre de guerra, seguro. A mí me gustaba Sonia y así quise nombrarla.
Los fines de semana, tenía una cita imposible de eludir. Mi economía se perjudicaba, mis amigos habían dejado de serlo y mi casa, nadaba en basura. Pero con cada roce de sus manos, sirviéndome mi copa, ella me regalaba sus labios, su sonrisa, y su corazón. Y yo regaba mi vida con eternos instantes a su lado, imaginándonos en una casa grande, alejada de la ciudad donde fuese sólo mía. Le buscaría un trabajo cómodo. Quizás en casa. No convenía que se intoxicase con las banalidades de la gente. Ya lo hacía cada día. Parecía estar de acuerdo con su labor, pero yo sabía que era solo eso. Un empleo con el que subsistir. A mi lado esa palabra no existiría para ella. Cada noche apuraba las horas y me marchaba cuando el local se había despejado. Era entonces cuando disfrutaba de su presencia. Me embelesaban sus paseos a las mesas, su destreza con la bandeja y su buen hacer con los clientes. Ninguno se merecía su sonrisa. No, cuando no veían más allá de su camisa desabrochada y vaquero ajustado. Entendía sus deseos. Cualquier hombre lo haría. Yo también lo sentía y estaba victorioso por haber descubierto más de ella.


Había comenzado a llover...




*Imágen cedida por Silvia Art'disoni

...Pensé acercarla a casa en mi coche. Era mi deber. Salió cubriéndose la cabeza y la llamé refugiado en un portal. Se sorprendió. Dudó en venir, pero segundos después mis labios probaban el sabor a canela y mis manos traspasaban su ropa. Estaba ansioso y mi ardor de meses iba a saciarse. Nuestro placer no tardó en llegar y Sonia comenzó a vestirse deprisa.
—Tengo que marcharme. Mi novio no tardará.
Muy cerca, un coche esperaba con las luces encendidas y ella salió a escondidas dejándome un amargo sabor a canela.

*Autora: Marisa Garrido
*Texto protegido por la Ley Intelectual, todos los derechos protegidos.
*Imágenes cedidas por las autoras única y exclusivamente para esta Entrada, quedando prohibida cualquier copia o reproducción. 








2 comentarios:

  1. Un placer,como siempre, leer a Marisa,un sentimiento,un instante,un relato...Una escritura dulce y delicada.

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  2. Muchas gracias por tus palabras, Luisa.

    Un beso enorme,

    Marisa

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