domingo, 19 de enero de 2025

CULTURA WOKE: CUESTA ABAJO Y SIN FRENOS

      

CULTURA WOKE: CUESTA ABAJO Y SIN FRENOS (1)

ORÍGENES DE LA CULTURA WOKE 


El pasado miércoles tuve la enorme suerte de participar por primera vez, no será la única, en un debate, en este caso sobre el auge de la extremaderecha, de un grupo de personas encantadoras, cuyo nexo común es el amor y la pasión por la Historia y, a su vez, por cuestiones sociales y políticas que están escribiendo nuestra historia actual. Llegado el momento de mi primera intervención, uno de mis argumentos fue, precisamente, lo que ha significado en esa deriva ideológica hacia la extremaderecha, la llegada y la influencia de lo que conocemos como cultura woke o doctrina woke. Mi sorpresa fue que, a pesar de que conocían el término y habían oído hablar de él, algunos desconocían lo que ha significado, tanto social, ideológica y políticamente, esa nueva cultura o, mejor dicho, doctrina, no sólo a nivel mundial, también en nuestro ámbito más próximo: Europa y nuestro propio país, España. Por esa razón, he decidido escribir un monográfico sobre la cultura/doctrina woke, y que mejor, como gran apasionada de la Historia que soy, que empezar por sus orígenes.

 

El significado literal de la palabra woke, el pasado de wake, es despertar. Pero el término es mucho más complejo y, ser o estar woke en slang o jerga estadounidense, puede definir con qué posturas políticas se está más alineado. La frase stay woke, mantente despierto, una frase que, posiblemente, muchos de los que se identifican con la cultura woke seguramente desconozcan, surgió en la década de 1930 del siglo pasado en los Estados Unidos. Incluso, el prestigioso psiquiatra Enrique Rojas, añade una probada teoría que reforzó más si cabe, esa nueva cultura reconvertida en la actualidad en doctrina, cuando afirma en una entrevista para el periódico El Español, que esta nueva cultura transformada ahora en ideología como tal, arranca en la Escuela de Frankfurt en el año 1965 y que tiene tres principios fundamentales: el marxismo, el psicoanálisis de Freud y las ideas de Nietzsche de que Dios ha muerto. Tiempo después, en la historia de la revolución sexual hubo tres momentos: Mayo del 68 en París, el Congreso de Copenhague en 1978 y el Congreso de Pekín en 1995. Y fue, en este último, donde se cambia el concepto de sexo por género, y el sexo, que es la ley natural, se niega, dando como resultado, la idea equivocada de convertir la sexualidad en una pieza de cambio donde primero se niega la naturaleza, se piensa que uno puede dominarla, que puede cambiar el sexo conforme a un cierto emotivismo, y que, por tanto, el ser humano es lo más parecido a un Dios que tiene la potestad y la capacidad de cambiar porque sí la propia biología humana sin respetar al individuo ni a su derecho de decisión de ser o no ser aquello que es o desea ser sin ningún tipo de intervencionismo externo de ninguna clase.

 

Regresando a los orígenes de la cultura woke, al desarrollarse dentro del inglés afroestadounidense vernáculowoke se refirió a una conciencia de los problemas sociales y políticos que afectaban a los afroamericanos, especialmente, los prejuicios raciales y la discriminación. A medida que el uso del término se ha extendido más allá de sus orígenes afroamericanoswoke se ha utilizado cada vez más como un término general para describir los movimientos llamados de justicia social, aunque, en las próximas entregas, veremos cómo esa justicia social ha derivado en una tiranía social de aquellos que se consideran moralmente superiores, es decir, los más wokes de los wokes y, por tanto, con el derecho de atacar y señalar a todos aquellos que critiquen u opinen distinto.

 

Bien, prosigamos. El término, como he avanzado anteriormente, viene de la lucha de los afroamericanos por la justicia racial. Para ellos, woke significa despierto, alerta, consciente de las injusticias. Lo utilizó en los años 30 el cantante de blues Lead Belly, en una época donde la segregación y los linchamientos de la población negra formaban parte del mapa y el paisaje estadounidense con una normalidad estremecedora y sin consecuencias penales. Por ello, este músico afroamericano les decía a sus compatriotas negros: stay woke, estad alerta. La palabra, por tanto, se hizo popular en las protestas contra el racismo y la brutalidad policial de entonces.

 

Otro que pudo ser el padre de esta palabra, según Elijah Watson, un editor de noticias y cultura de la web de música estadounidense Okayplayer, autor a su vez de artículos llamados El origen de woke, pudo ser el novelista neoyorkino afroamericano William Melvin Kelley, que en 1962 publicó un ensayo en el New York Times titulado If You´re Woke, Yoy Dig It, Si estás despierto, lo entiendes.   

 

El término woke resurgió con mucha fuerza en la última década con el movimiento Black Lives Matter, un movimiento que nació como muestra de rechazo a la brutalidad policial hacia personas afrodescendientes, sólo que esta vez, su uso se difundió más allá de la comunidad negra y empezó a ser utilizado para significar algo más amplio, y su original significado de denuncia racial, se extendió a cuestiones sociales y medioambientales, llegando a abarcar además, una conciencia en cuestiones de desigualdad social, como por ejemplo, en relación con el género y la orientación sexual.​ Y desde finales de la década de 2010, también se está utilizando como un término general para los movimientos políticos progresistas o de izquierda y perspectivas que alegan enfatizar la política identitaria de las personas LGBT, de la comunidad negra y de las mujeres. En definitiva, el término woke, se ha convertido en sinónimo de políticas que abogan por temas como la igualdad racial y social, el feminismo, el movimiento LGBT, el uso de pronombres de género neutro, el multiculturalismo, el activismo ecológico o el aborto, y cualquier política, opinión o pensamiento que difiera de esta cultura woke, es cuanto menos, la representación del racismo, la homofobia, el machismo, el patriarcado, el clasismo, la supremacía blanca o el fascismo puro y duro. De hecho, en 2017, el diccionario Oxford agregó esta nueva acepción de woke, definiéndolo como: Estar consciente de temas sociales y políticos, en especial el racismo”.

 

Y, aunque puede sonar muy loable, pues, cualquier persona con principios y conciencia de la justicia social está a favor de esa igualdad social en todos los ámbitos de la vida, veamos como la propia definición en el diccionario Oxford, matiza la idea con una distinción de censura hacia aquellos que piensan distinto y que dice lo siguiente: “Esta palabra a menudo se usa con desaprobación por parte de personas que piensan que otras personas se molestan con demasiada facilidad por estos temas, o hablan demasiado sobre ellos de una manera que no cambia nada”. Y el diccionario Merriam-Webster, cuando define woke, lo hace así: “Woke se usa con desaprobación para referirse a alguien políticamente liberal como en asuntos de justicia racial y social, especialmente de una manera que se considera irrazonable o extrema”.

 

Por tanto, mientras que para algunos ser woke es tener conciencia social y racial, y cuestionar los paradigmas y las normas opresoras impuestas históricamente por la sociedad, para otros, woke describe a hipócritas que se creen moralmente superiores y quieren imponer sus ideas progresistas sobre el resto sin dar cabida al debate y al diálogo, porque cualquier argumento que desmonte su relato, está en las antípodas de lo que ellos consideran justo y justicia. Y llegados a este punto, nos encontramos con estos dos bandos nacidos de la cultura woke: el bando que piensa positivamente en cuestionar las costumbres y normas opresoras de la sociedad, y el bando que piensa que esta conciencia solo quiere imponer una nueva moral.

 

En la siguiente entrega, os hablaré sobre cómo y de qué forma, la cultura woke ha permeado en nuestra sociedad no sólo en la política y en el movimiento feminista, también en la cultura, la literatura, el cine, la televisión, el lenguaje, la educación… Lo peor de cualquier idea o ideología es cuando se convierte en una dictadura de pensamiento. Así que finalizo mi artículo de hoy con la frase del escritor francés del siglo XIX, Hipólito Taine:

“Nada tan peligroso, como una idea amplia en cerebros estrechos”.

¡Feliz semana!

 

María Barbancho. 






jueves, 9 de enero de 2025

ESTE MUERTO ESTÁ MUY VIVO

 ESTE MUERTO ESTÁ MUY VIVO

                

LOS FASTIS Y LOS NEFASTIS DE 

PEDRO SÁNCHEZ 


No es la primera vez que utilizó el título de una película para titular mis artículos de opinión y, es que, a pesar de que este gobierno está poniendo en marcha toda la maquinaria a su disposición para prohibir y castigar la libertad de opinión, siempre y cuando, esa opinión sea contraria a sus partidistas intereses, de momento, seguimos teniendo la libertad de opinar lo que nos plazca donde incluso cabe estar equivocado, y la capacidad de rectificación si se da tal circunstancia de equívoco

 

En esta ocasión, he buscado una película de la década de los 80 del siglo pasado, concretamente del año 1989 dirigida por Tedd Kotcheff y protagonizada entre otros por Andrew McCarthy, Jonathan Silverman, Terry Kiser y Catherine Mary Stewart, y cuyo título, Este muerto está muy vivo, va como anillo al dedo para lo que aquí voy a escribir. Una película, para algunos, icónica, para otros, como yo, una película más, típica de aquella época, pero que entretiene si lo que buscas es pasar un buen rato alejado del ruido exterior. 

 

Ayer se inició lo que serán los 100 actos programados por el gobierno de Pedro Sánchez en este recién estrenado 2025 para conmemorar la muerte de Franco y el inicio de la democracia. Y, en este punto, me gustaría recordar que Franco murió un 20 de noviembre, por lo tanto, quedan aún diez meses y once días para que se cumplan esos 50 años del fallecimiento del dictador que, además, murió en su cama, por tanto, no fue una muerte que pueda calificarse como épica, legendaria y, ni siquiera, memorable. Así que, la relevancia que se le está dando no tiene más sentido que el rédito y cálculo electoral del señor Sánchez. 

 

La democracia, tal y como la conocemos, las libertades de las que disfrutamos pese a que cada vez con más ahínco nos imponen medidas que coartan precisamente esas libertades, no llegaron hasta el año 1978 con la Constitución, aprobada por las Cortes Generales en sesiones plenarias del Congreso de los Diputados y del Senado, celebrabas el 31 de octubre de 1978, ratificada por el pueblo español en referéndum el 6 de diciembre de 1978 y sancionada por S.M. el Rey Juan Carlos I, ante las Cortes el 27 de diciembre de ese mismo año, y así aparece en el Boletín Oficial del Estado, BOE, nùm. 311, el 29 de diciembre de 1978, siendo vigente desde ese día. Y aún se necesitaron muchos años, para que, de manera real y palpable, los españoles pudiéramos disfrutar de esa democracia y esas libertades.

 

Por ello, el ruido de sables por parte de los nostálgicos del régimen franquista no cesó durante todo ese tiempo. No podemos olvidar que, la muerte del dictador, había dejado al país en un estado de agitación y expectativas de cambio. El clima social estaba marcado por el deseo de la mayoría de la población del restablecimiento democrático y la pretensión de los que añoraban mantener el viejo régimen, y las demandas de libertad y justicia eran cada vez más intensas. Las calles hervían, los movimientos obreros y estudiantiles alzaban su voz por la recuperación de la democracia y, como contrapunto, las medidas represivas del viejo régimen por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado no se habían atenuado tras la desaparición de Franco y ambos fenómenos se traducían en una frenética actividad en los despachos laboralistas. Como consecuencia, España se encontraba en un momento muy delicado, nada menos, que en plena transición de la dictadura franquista hacia la democracia.

 

Y si el año siguiente de la muerte del dictador, 1976 fue un año convulso, el inicio de 1977 estuvo marcado por una serie de eventos que sacudieron a la sociedad y que se conoce como la Semana Negra de Madrid. Una nefasta semana que comenzó el 23 de enero de 1977 con el asesinato de Arturo Ruiz, un joven de veinte años que asistió a una manifestación no autorizada por la amnistía. La policía dispersó a los manifestantes con botes de humo y cargas de los antidisturbios. Ruiz y su grupo se encontraron con un grupo de extrema derecha, y uno de ellos disparó.

 

Un día después, el 24 de enero, las asambleas estudiantiles de la Universidad Complutense y de la Universidad Autónoma convocaron paros y concentraciones en la Plaza del Callao, cerca del lugar del asesinato. En la Gran Vía, María Luz Nájera, de veintiún años, fue alcanzada en la cabeza por un bote de humo disparado por la policía, lo que la dejó en coma y la llevó a la muerte pocas horas después. Su asesino nunca fue identificado. También hubo numerosos heridos en estos incidentes.

 

Y en este contexto de agitación y cambio, la noche de ese mismo 24 de enero de 1977, tres pistoleros irrumpieron en el bufete de abogados laboralistas de la calle Atocha 55, en el mismo centro de Madrid. Este despacho, conocido por su compromiso con los derechos laborales y su lucha contra la dictadura, se convirtió en el escenario de uno de los eventos más oscuros de la transición española. Tres terroristas vinculados a grupos de extrema derecha, como Fuerza Nueva y el Sindicato Vertical, entraron al despacho y abrieron fuego contra los presentes. El ataque resultó en la muerte de tres abogados, un administrativo y un estudiante: Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez Leal y Francisco Javier Sauquillo. Cuatro personas resultaron gravemente heridas, entre ellas, la abogada Lola González Ruíz, esposa de Francisco Javier Sauquillo, uno de los abogados asesinados. A Lola González, fallecida en 2015, le quedaron secuelas de por vida. Ese trágico y cobarde acto terrorista se recordará siempre como la Matanza de Atocha.

 

Son sólo unos ejemplos de los muchos sucesos que tuvieron lugar en aquel contexto de agitación y cambio que se dieron a lo alto, largo y ancho de todo el país durante aquellos años posteriores a la muerte de Franco, y los previos a la aprobación de la Constitución del 78. Porque, con la democracia recién estrenada y en pañales aún, otro suceso muy oscuro y del que a día de hoy sigue generando debate precisamente porque para muchos españoles, el cómo, el por qué y quiénes participaron realmente sigue sin resolverse ni aclararse, puso en jaque a aquella naciente democracia, me estoy refiriendo, al intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, y que, afortunadamente para los españoles, fracasó estrepitosamente.

 

Así que, señor Sánchez, sus actos conmemorativos, insisto, no tienen más sentido que buscar su rédito y cálculo electoral, teniendo en cuenta que, los casos judiciales por corrupción de su hermano, esposa, miembros de su gobierno, y que, apuntan cada vez más a su propia persona, lo tienen acorralado, sin olvidar que se ha quedado sin presupuestos pese al intento de chantaje al resto de fuerzas políticas de que sin presupuestos no podrán aprobarse las ayudas a los miles de afectados por la desgracia de la DANA en Valencia el pasado mes de octubre, no se puede ser más miserable; a la falta de apoyo de sus socios independentistas, filoetarras y comunistas pese a sus continuas cesiones que usted llama cambios de opinión, a las nefastas leyes de inmigración, una inmigración irregular, ilegal y descontrolada que amenaza la estabilidad y seguridad de los españoles, a sus opacas y sospechosas relaciones con Marruecos, a su persecución a jueces, periodistas, opinadores y medios críticos con su gestión como Presidente del Gobierno, a una situación económica que sitúa a España entre los tres países con más índice de pobreza de la Unión Europea por mucho que usted proclame lo contrario, y así, un largo eccetera, que ponen de manifiesto su incapacidad para seguir en la Moncloa pese a su insaciable ansia de poder que le ha llevado a poner en práctica aquello del todo vale sí con ello sigo gobernando.

 

Unos actos a los que usted y los suyos han bautizado como España en libertad que, por supuesto, nos va a costar un dineral a todos los españoles, y el ejemplo más claro, son los cuatro organismos que ha creado para tutelar los 100 actos previstos: puesto de comisionado, una oficina del comisionado, una comisión interministerial y un comité científico cuya composición anunciará en el momento que se constituya, y a los que ha destinado del erario público, nada menos, que unos sueldos de hasta 55.000 euros. Unos actos, con los que pretende polarizar más si cabe a la población española, convirtiendo en buenos a los que le aplauden y votan, y en malos a todo el resto, dividir en dos bandos de nuevo el país, haciendo justo lo contrario de lo que buscaba aquella transición y aquella Constitución: la reconciliación de un país divido por culpa de una Segunda República nefasta, una guerra civil trágica y terrible, y una dictadura militar que se prolongó durante casi 40 años.

 

En unos meses cumpliré 60 años. Así que, la última década de la dictadura y los primeros años de la transición y la democracia, los viví como niña y adolescente, completamente alejada de lo que significaba la política y de cómo ésta repercutía en los ciudadanos. Y, como muchos de mi generación, soy nieta de aquellas dos Españas. La mejor lección que me dejaron como legado mis abuelos, fue la de no confiar en los políticos, individuos egoístas, ineptos y mediocres en su gran mayoría, cuyos únicos intereses eran y son, los particulares y los partidistas. Los problemas de los ciudadanos, del país, nunca son sus prioridades puesto que les importan un bledo. El poder y el enriquecimiento económico que tanto favorecen a sus patrimonios personales y sus ambiciones políticas, son el fin único que buscan satisfacer. Y, a usted, Pedro Sánchez, le importan, como se dice en Argentina, un carajo, la democracia, los ciudadanos españoles y el bienestar de España. Sólo le importa desviar la atención de toda la corruptela de su partido, su gobierno y su familia, y de su ineptitud como gobernante. Y, como siempre que los escándalos le acechan cuales asaltadores de caminos en plena noche, como un experto truhan que es, por tanto, haciendo trampas, se saca de la manga el comodín de Franco, resucitándolo, poniéndolo en el foco de atención, justificando lo que haga falta justificar, para reavivar el cadáver del dictador convirtiéndolo en el coprotagonista de este teatrillo esperpéntico divido en 100 actos, pues, incluso, siendo como es un vodevil, un sainete grotesco y de mal gusto, usted debe seguir siendo el único protagonista, el actor principal, no sea que su ego desmesurado se sienta ofendido y dolido en su exultante soberbia

 

En cuanto al resto de partidos políticos, ¿qué podemos esperar? Pues, más de lo mismo. Unos socios de gobierno que le aplauden, un PP que divaga y se pierde sin encontrarse en sus críticas y declaraciones, y un VOX que, como dice el refrán: a río revuelto ganancia de pescadores, se aprovechan de la situación para seguir blanqueando la dictadura militar de Francisco Franco.

 

En la Antigua Roma, su calendario se dividía en dies fastis y dies nefastis, es decir, unos días, los fastis, que eran propicios para las decisiones importantes, especialmente, las decisiones políticas y de guerra, los eventos públicos, e incluso, casarse, mientras que los nefastis, eran considerados inadecuados para tales actividades, y se consagraban a celebraciones religiosas dedicadas a divinidades superiores e infernales. Y, sin duda, después del annus horribilis que ha sido el recién acabado 2024 para Pedro Sánchez, y a sabiendas que este recién nacido 2025 será igual o peor para él, que mejor forma para reconvertir esos 365 dies nefastis que le esperan en dies fastis, montando este circo romano sobre Franco, poniendo en práctica esa costumbre tan romana de pan y circo para la plebe, y ver si así, se calman las aguas, aunque la naumaquia que se le avecina es de tal envergadura y magnitud, que es más que posible, que lo ahogue definitivamente en alguno de los varios y variados combates navales que muchos de los suyos, y posiblemente, él también, deberán librar en los juzgados.  

 

Para finalizar este artículo y sin dejar la Antigua Roma, voy a compartir unas citas del filósofo romano Marco Tulio Cicerón, que el iletrado Pedro Sánchez debería leer y que son una muy buena fotografía, desde mi punto de vista, no sólo de su personalidad, también de su gestión como gobernante.

 

“El que seduce a un juez con el prestigio de su elocuencia, me parece más culpable que el que lo corrompe con dinero”.

 

“De hombres es equivocarse; de locos persistir en el error”.

 

“Nada corre tanto como la calumnia, nada se lanza con más facilidad, se acoge con más presteza y se difunde tan ampliamente”.

 

“La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral”.

 

Y a mis conciudadanos, les dejo otra frase que creo, deberíamos aplicarnos todos:

 

“El buen ciudadano, es aquel que no puede tolerar en su patria, un poder que pretenda hacerse superior a las leyes”.

 

Habere felix annus. Qué tengan un buen año. 

María Barbancho.